La historia que voy a contar es de coincidencias extrañas y realidades raras. Fue George Orwell quien en su magnífica novela, “Rebelión en la granja” (Animal Farm, 1945) hizo del líder comunista un cerdo, llamado Napoleón quien a través del uso y abuso de la fuerza se deshizo del cerdo competidor a su liderazgo, Snowball. La novela es un fantástico reflejo de la revolución comunista, la formación de la URSS y sus luchas por el poder. Como la gran mayoría de las obras del autor británico, es magistral y merece detenida lectura.
Pero este post no comparte mucho en común con la historia de Orwell, únicamente que hay socialistas, cerdos y cuestiones de liderazgo. Los cerdos no representan personas, sino países. Son los conocidos como PIGS, es decir Portugal, Irlanda, Grecia y España (Spain). Estos países, menos España, han sido intervenidos. Estas intervenciones han llegado provocadas por la crisis de las hipotecas subprime originada en EEUU. Sin embargo, EEUU no ha sido intervenido. No, los países intervenidos han sido países pequeños, de alrededor de 10 millones de habitantes o menos, sin demasiado musculo económico y gobernados por socialistas. Si, gobernados por la izquierda.
Portugal, Grecia e Irlanda eran de los pocos países gobernados por la izquierda en Europa cuando empezó la crisis. Reino Unido y España eran otros de esos países. Las realidades macroeconómicas de estos países, en las que no vamos a entrar, no son muy diferentes de las de Italia, Francia, Bélgica u otros. Sus números no son muy diferentes. Lo que eran distintos eran sus gobiernos y también el musculo propio. Los pequeños eran más débiles. El gobierno laborista de Gordon Brown intentó reformar, pero su caída popular estaba cantada, esto unido al musculo financiero británico evitó que se hablase de un humillante crédito del FMI para las islas. Sin embargo España no parecía cerca del cambio político, ni amigable a las demandas de reforma patrocinadas por los poderes financieros y empresariales.
De ahí venían las largas quejas de Zapatero, en referencia a la imposición de las reglas de los mercados a los gobiernos elegidos democráticamente. En el fondo, el presidente del gobierno español se equivocaba y las reformas eran necesarias, pero en las formas empleadas y en la cabeza del líder socialista, se repetían los viejos recuerdos de la lucha de clases y de políticas. Y estas ideas no son infundadas. Sin embargo, cuando estas reformas se hicieron, el riesgo de intervención de España bajo enormemente. Los actores financieros se quedaron más tranquilos, aunque no completamente satisfechos.
El liderazgo gubernamental para imponer sus ideas es lo que ha perseguido estos poderes económicos que han puesto en jaque a los gobiernos socialistas de esos países. Por ello, no es probable que se produzca crecimiento económico mientras el gobierno no cambie y no solo por sus políticas, sino también porque “al enemigo ni agua. El mercado financiero busca evitar su regulación: ese poder que provocó la crisis se niega a ser maniatado. La jugada les ha resultado en los países intervenidos, en forma de nuevo gobierno en Irlanda, próximas elecciones en Portugal y revueltas en Grecia. En Reino Unido ya tomaron el control y en España están esperando a hacerlo. Aquí es donde se juntan los cerdos de Orwell con los del Fondo Monetario Internacional. Y por lo demás, aquí seguimos parados mirando, en todos los sentidos de la expresión.
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